Trabajar con sol y calor
Hablar del calor y la exposición al sol relacionado con el trabajo no es una cuestión baladí, antes bien, es un asunto muy importante porque, por desgracia, todos los años mueren personas por golpe de calor (en 2022, más de 4700 personas, de las cuales algunas durante su jornada de trabajo).
Aunque estemos en marzo, el calor siempre llega antes de lo que esperamos. Pensar con tiempo las necesidades que tenemos (o que tiene nuestra plantilla) para realizar su trabajo con calor de forma segura, nos ayuda a poder prepararnos con tiempo.
En este post pretendemos ofrecer una visión general sobre los riesgos relacionados con el trabajo bajo el sol y el calor, así como de los principales EPI con los que contamos en el mercado para minimizar los riesgos.
Todo trabajo realizado cuando las temperaturas suben y, además, hay exposición directa al sol, tienen como riesgos asociados el calor y las radiaciones ultra violeta (UV). Estos dos tipos de riesgos conllevan una serie de efectos sobre la salud de los trabajadores. Vamos a entrar a detallarlos:
En cuanto a la exposición al calor, sobre todo considerando los que se realizan en condiciones de calor excesivo, como los que se realizan en el sector agropecuario, construcción, jardinería, limpieza, etc., son: agotamiento por calor (es el trastorno más común ), calambres por calor, síncope por calor y golpe de calor (el más grave, puede incluso provocar la muerte).
En cuanto a la exposición al sol, presenta los riesgos asociados a la exposición a las radiaciones solares (la visible, la infrarroja y la ultravioleta). La más peligrosa es la ultravioleta (UV) que nos puede dañar, principalmente, la piel y los ojos. En la piel, los principales problemas que puede generar son quemaduras solares (eritema actínico) en el corto plazo, a medio plazo foto envejecimiento y a largo plazo cáncer de piel (este cáncer es el más frecuente). En cuanto a los riesgos para los ojos se plantean distintos niveles: efectos sobre la córnea (queratitis o fotofobia y sensación de arenilla en los ojos), sobre la conjuntiva (pterigión y pingüécula), sobre el cristalino (cataratas) y sobre la retina (en caso de exposición extrema y prolongada pueden quemarse los fotorreceptores pudiendo llegar a provocar ceguera). Para evitar esto, contamos ya en el mercado con gafas de protección ahumadas y gafas de sol graduadas, así como protectores solares de alto factor de protección (aunque evidentemente hay que aplicárselos varias veces a lo largo de la jornada en función de la exposición al sol).
Por suerte, todo riesgo cuenta ya con medidas preventivas que nos ayudan a minimizar o eliminar los riesgos derivados. Es más, además de medidas preventivas, existen EPI que pueden ayudar a prevenir los riesgos que hemos detallado.
Como medidas preventivas tenemos algunas que, son de sentido común, pero que siempre vienen bien recordar: hacer más pausas de las habituales y descansar en lugares frescos, a la sombra; beber frecuentemente agua o bebidas isotónicas , antes de tener sensación de sed y en pequeños tragos y evitar el trabajo en solitario (para que podamos dar aviso en caso de que el compañero se encuentre indispuesto por exposición al sol o a altas temperaturas).
Debemos elegir siempre equipos que faciliten la disipación del calor por sudoración. Las prendas de ropa que elijamos tienen que ser de colores claros, amplias, ligeras y con valores de resistencia al vapor de agua tan bajos como sea posible para facilitar los mecanismos de refrigeración del organismo. Este último punto también es aplicable en el caso de EPI para la cabeza, guantes y calzado.
Con respecto a la cabeza, en los cascos se han incorporado elementos que ayudan a proteger frente a las radiaciones solares o a altas temperaturas: las cubrenucas (accesorios de tela que protege de los rayos UV con un factor de protección de UPD 50+) y los sistemas de enfriamiento que se acoplan al casco y la nuca permitiendo reducir la temperatura de esta zona del trabajador. En cuanto al calzado, se han diseñado plantillas refrescantes con sistema de recirculación del aire (al andar la presión sobre el talón empuja el aire hacia delante eliminando la humedad) y también se pueden utilizar punteras no metálicas más ligeras (siempre que los tipos de riesgos a los que se esté expuesto lo permitan) que pueden garantizar una mejor temperatura en el interior del mismo. También existen ya en el mercado los chalecos refrigerantes, de AV, especialmente diseñados para aquellas personas que realizan trabajos al aire libre y que sufren especialmente las inclemencias del sol y del calor.