Cuando el mismo EPI se usa a diario, evidentemente tiene una vida útil más reducida. No obstante, por la higiene y seguridad del trabajador debemos almacenar y limpiar correctamente los guantes.
Almacenar los guantes: hay que protegerlos de la humedad, del polvo y de otras condiciones que puedan dañar el material. Por tanto, tenerlos en un lugar seco, protegidos del sol y de fuentes de calor. Además, deberíamos revisar siempre las indicaciones del fabricante para poder estar seguros de que estamos haciéndolo todo correctamente.
Debemos lavarnos las manos y secarlas correctamente antes de usar los guantes de protección, independientemente del tipo o el uso que vayamos a darles.
Tras cada uso deberemos limpiarlos, lavándolos para eliminar lo que se haya podido quedar adherido al mismo (esto es especialmente importante en el caso de haber manipulado sustancias químicas) como aceites, suciedad, químicos u otras sustancias y secándolos cuidadosamente. En cualquier caso, este es un consejo genérico.
Hay que revisar las instrucciones de cada fabricante para saber cuál es la mejor manera de limpiarlos, así como la frecuencia de lavado de cada guante.
Antes de usarlos tendremos que revisar que estén en buen estado. Así nos aseguramos de que nos van a proteger correctamente. En caso de detectar que está deteriorado, usaremos uno nuevo para evitar riesgos innecesarios.
Otro tema importante es cómo los vamos a almacenar o cómo los guardamos. Lo primero es guardarlos bien secos, en un lugar seco, también. Es importante que lo dejemos en un lugar donde no reciban la luz directa del sol y lejos de fuentes de calor.
Como hemos podido ver, de manera genérica, la limpieza es un elemento clave para poder garantizarnos un uso seguro de los mismos. También es especialmente importante el lugar de almacenamiento.
Siguiendo estas sencillas recomendaciones podremos trabajar de manera más segura e higiénica independientemente del tipo de trabajo que realicemos.